Se dio cuenta que quizá lo único que andaba buscando era que alguien la mirara, que le importara todo lo que decía, cualquier mínimo movimiento, cualquier gesto, si llevaba los labios cereza o rosados, si bostezaba o se reía, cualquier ligero destello, que a ella le hiciera saber que alguien la veía, que no pasaba desapercibida, que era importante para alguien, que su existencia tenía sentido.
¡Qué forma tan denigrante de definirse! Sólo así podía constatar que ella era; cual niña haciendo malabares, monerías por captar la atención de los otros, danzando de aquí para allá, esperando captar la atención de un caminante.
Por eso buscaba que la vieran, porque estaba ciega ante sí misma.
Por eso buscaba que la vieran, porque estaba ciega ante sí misma.
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