jueves, 25 de febrero de 2016

Hoy por la tarde cuando venía del ejercicio, tuve uno de esos momentos en que uno por fin se enfrenta a sus verdades, en lugar de estarse diciendo cosas para evadirlas porque temes sufrir.
Desde que él y yo terminamos, he tenido más miedo que nada al futuro, aún cuando ya llevo casi tres años de ese temido futuro.
Y el por qué de mi miedo se debe a que yo tenía mucho miedo precisamente de este futuro, no quería que sucediera e intenté hacer malabares para evitarlo. Sin embargo pasó justo lo que no quería, porque mi realidad no es lo que yo hubiera decidido, sino algo distinto, de otra manea a estas alturas yo seguramente ya estaría planeando mi boda con él y pensando si el blanco se vería bien en la sala de nuestro futuro hogar.
Por eso es que me da miedo el futuro: porque no quisiera terminar viviendo una realidad que no decidí, como mi realidad actual. Porque me traiga una vida que yo no decidí vivir y que simplemente termine viviendo algo que yo no decidí, que vino a mí y ya, sin que yo realmente lo deseara.
Por eso me he sentido tan frustrada, tan perdida, tan llena de miedo y tan sin saber qué puedo hacer o si realmete puedo hacer algo.
Creo que paso mis días tratando de evitar que no suceda todo lo que no quiero que suceda, en lugar de propiciar que pase lo que anhelo que pase.
Con esto que me pasó hoy también me pude dar cuenta que no me hace sentir bien que me quieran imponer algo, llámese un historia de amor con alguien y creo que eso mismo es lo que quieren otras personas, que no les impongan su voluntad.


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