lunes, 21 de marzo de 2016

Hoy más que nunca entendí por qué mis papás se divorciaron. Creía que eran tan diferentes que eso hacia que se llevaran mal, sin embargo, son tan iguales.
Cuando discutes con ellos, siempre creen tener la razón, ninguno acepta que puede estar equivocado y hace suposiciones sobre la otra persona con la que está discutiendo, sobre lo que cree que dijo, cómo lo dijo, por qué lo dijo, lo que asegura siente y piensa sin haberlo dicho siquiera.
Por eso en sus tantas peleas nunca pudieron llegar a acuerdos, a saberse comprender y escucharse el uno al otro, en lugar de ello, se culpaban el uno al otro. Y aunque las peleas no fueron la gota que derramó el vaso, crearon un ambiente hostil durante muchos años, que terminó en un motivo último para que se divorciaran y del cual no quiero escribir.
Si comento esto, es para que si alguien por aquí entra y lo lee, espero le sirva y se dé cuenta a tiempo, cuánto daña a una relación, el no saber escuchar, el no abrirse a la opinión del otro, el no aceptar nuestras equivocaciones y sobre todo el hacer juicios sin fundamento.

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