domingo, 26 de abril de 2015

Todos andamos buscando la felicidad

Ayer sin querer unas hojas de papel llegaron a mis manos. Tenían escrito un tipo cuestionario de un paciente que había acudido a una consulta de psiquiatría, yo no tengo nada que ver con eso, pero llamaron mi atención y me puse a leerlas. En resumidas cuentas, el paciente era un hombre que a lo que más temía en la vida era a la soledad y lo que más deseaba era ser feliz, también se sentía culpable por haber robado una vez y algo que lo hacía sentirse deprimido y mal consigo mismo, era el sentirse juzgado por sus compañeros de trabajo y por otras personas con las que se relacionaba de manera cotidiana.
También vi a un hombre de aproximadamente unos 40 años y bien vestido llegar en una camioneta lujosa y con un aparato en el oído que me hizo pensar que era una especie de guarura, o quizá sólo era el auricular de su celular, pero parecía alguien "poderoso" y con mucho dinero. Resultó ser que este hombre que se veía tan fino ante mis ojos, estaba totalmente harto de su esposa porque ella no le tenía ni su ropa lista ni la comida preparada y la señora no trabajaba, pero sí quería dinero para ir al gimnasio, pasear con sus amigas y estar en casa de su mamá. El señor además se drogaba con cristales y decía que su esposa ya lo había enfado, que lo tenía harto, pero que si la quería.
También me pasa que cuando me subo al transporte público y veo los rostros de los demás, casi nunca se ven felices. Las miradas de los ancianos, tal vez son las que me dicen algo un poco más profundo, en sus ojos se ve la carga de toda una vida, pero también hay quietud y un halo de compasión.
El otro día una persona me preguntó con insistencia qué era lo que yo quería para mí, para mi vida, que buscará eso, que persiguiera eso. Y yo, simplemente no tengo una respuesta, ¿y si realmente no quiero nada? ¿Es tan mal que no tenga sueños, ni deseos? ¿Por qué siempre tenemos que estar como en una búsqueda constante, en un luchar por conseguir algo que tanto deseamos o soñamos? No importa que tan sublime parezca ser eso, sino que me refiero al acto mismo de buscar o luchar por algo. Así nuestra búsqueda sea algo divino como Dios o nuestro luchar sea por la felicidad, creo que esa búsqueda y esa lucha se vuelve algo desgastante. O al menos para mí, lo ha sido, ya que me ha dado mucho por emprender esa búsqueda hacia la espiritualidad y ver todo desde donde lo ven las almas y no sólo mis deseos mundanos. Y entonces me leo un montón de cosas y entre más leo, más quiero saber y más quiero seguir buscando todo eso que dicen que existe, en todos esos libros y demás fuentes donde he buscado. Y saben qué, que aún con todo y eso que suena tan bonito y prometedor, la verdad es que siempre me queda la sensación de que algo falta, que el hueco ese por el que empecé mi búsqueda, sigue ahí.
Y mi situación es la misma que la de las dos personas que comentaba al principio: parece que buscamos y buscamos y luchamos, y aún así, seguimos sintiendo miedo y seguimos creyendo que algo falta. La persona de la primera historia quería sentirse amado, el segundo esperaba que su mujer le diera todo eso que él necesitaba y yo he querido encontrar a través de los mensajes y escritos de otros, esa plenitud que me hace falta. Sea cual sea la historia, lo que hay es carencia, por eso ese vacio, por eso existe la infelicidad y también por eso existe la búsqueda interminable y la lucha constante. Y es que si uno no tiene algo por lo cual continuar, si no pensamos en la promesa futura de una vida mejor a la que tenemos ahorita, como que nos sentimos ahogados, como que la vida deja de tener sentido. Desde mi punto de vista, ese no es el camino o al menos, no es el camino por el cual quiero continuar. Simplemente estoy intentando vivir con lo que se me presente, sin sueños y sin expectativas, mejor poniendo más atención a lo que está ocurriendo ahora, porque con tantas distracciones y promesas futuras, me olvido de agradecer y de vivir lo que tengo en este instante.




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