sábado, 2 de mayo de 2015

Una lección de vida. Buen viaje Tikito.

En mi pueblo existía desde que era una niña, un viejito que andaba por las calles juntando latas de refresco que guardaba en una bolsa de las que se usan en los mercados para guardar las naranjas. Sus ropas también eran viejitas como él, caminaba arrastrando un pie y algo muy característico de él es que babeaba mucho, todo el tiempo y casi no sabía hablar, creo que tenía una especie de problema mental o cerebral.
Pero nada de esto es lo más bonito que puedo decir sobre esta persona, sino el hecho de que cada que moría alguien en el pueblo, no importaba quién fuera, si rico o pobre, hombre o mujer, fuera o no su amigo, Tikito (así le llamaban) siempre estaba ahí presente, acompañando a esas familias en su dolor. No importaba si él tenía alguna relación o no con la familia del difunto, él estaba ahí, presente. Y así lo hizo sin falta en cualquier funeral que hubiera, hasta que su cuerpo ya le impidió moverse y no podía caminar fue que dejó de asistir.
Hoy Tikito murió y aunque no puedo estar ahí, así como él lo estuvo para mucha gente, le deseo un buen viaje y sí, se me salen unas cuantas lágrimas, pero lo más bello es que me ha dejado una gran lección, justo en este momento en que me acabo de enterar de ese hecho y justo por eso, es que hoy escribo.
Gracias Tikito por ese mensaje que seguro nos has dejado a muchos que te conocimos. Y es que Tikito me ha enseñado lo que es el amor. Él estaba ahí presente cuando alguien tenía un sufrimiento, acompañando a esas personas sin motivo alguno, sin condiciones, sin esperar recibir nada a cambio por estar ahí.
Tikito fue una persona que no tenía casa, ni dinero, ni usaba buenas ropas, ni perfumes, no tenía ningún titulo universitario o un puesto importante en una empresa, pero lo que sí tenía era AMOR y él lo compartía con quien fuera.
Algo dentro de mí, aún no me deja en paz, pues a una persona que es muy especial para mí no supe ser con ella como Tikito fue con la humanidad, y hace tiempo que esa situación hace ruido en mi cabeza. He pensado en mandarle un mensaje para hacerle saber que me importa,  pero el miedo me detiene y no lo hago. Hoy sólo sé que el miedo ya no es más un obstáculo, simplemente lo haré y ya, sin condiciones, siguiendo el ejemplo de Tikito, que daba su amor, el único y verdadero, el que no da para recibir o para esperar algo a cambio.

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